El 29 de noviembre es el Día Internacional del Yaguareté. La fecha busca celebrar y concientizar sobre la existencia de la especie y el rol que posee en el ecosistema.
Por su amplia distribución geográfica histórica se lo llama de diversas formas según la cultura y la región donde habita y habitó: yaguareté, jaguareté, onça pintada, tigre americano, balam, jaguar, entre otros. Es el felino más grande del continente americano y el tercero a nivel mundial, después del tigre de bengala y el león.
En una investigación de opinión pública realizada para Fundación Vida Silvestre el 35% de las personas del país respondieron que el animal silvestre más emblemático de la fauna argentina es el yaguareté, encabezando el listado. Sin embargo, el 70% respondió que conoce poco y nada sobre la especie, pero el 90% asegura que se encuentra en peligro de extinción.
El yaguareté es considerado una especie “indicadora” de la salud del ambiente, porque juega un papel importante en el mantenimiento de sistemas naturales que proveen de servicios ecosistémicos vitales para el bienestar de la naturaleza y las personas. Como predador, se encuentra en la cima de la pirámide alimenticia y requiere grandes extensiones de territorio para vivir. Es una especie muy sensible a las alteraciones del ecosistema, e incluso llega a ser el primero en desaparecer cuando el hábitat se deteriora. A su vez, el yaguareté cumple un rol esencial controlando las poblaciones de las demás especies de animales y plantas, manteniendo el equilibrio en el ecosistema. Por ello, si el yaguareté se encuentra en peligro de desaparecer, representa un indicador de que todo su entorno está en riesgo.
La presión de caza del yaguareté y sus presas, la deforestación y fragmentación del bosque, y los atropellamientos en rutas y caminos, son las principales razones que amenazan a la especie.